Desde hace unos años, España ostenta el patético honor de ser el líder mundial en exportación de aletas de tiburón, siendo el principal proveedor del mercado asiático de este producto. Si a esto le sumamos que para obtener las aletas, la mayoría de los pescadores utilizan la cruel técnica del “finning”, no hay dudas que en ética, educación y sentido común: la flota española de pesca suspende con creces. Es importante destacar la crueldad del “finning”, ya que normalmente el tiburón aún está vivo cuando se lo arroja al océano, en donde su único futuro es morir agonizando lentamente. Las aletas son solo un 2% del tiburón, así que ocupan poco espacio en los barcos y permiten que los pescadores sigan faenando y acumulen más capturas.
Las aletas de tiburón, exportadas al mercado asiático para la elaboración de la famosa “sopa de aleta de tiburón” se encuentran entre los productos marinos económicamente más valorados, y pueden alcanzar hasta 500 € por kilo.
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