Gibraltar, aparece como el agujero negro de la contaminación. Es como si el Peñón voceara a los cuatro vientos y mares de Europa: "Vengan y comprueben. Vendemos fuel marino un 20% más barato y lo hacemos de barco a barco, sin atracar en puerto. Ahórrense las enojosas inspecciones portuarias y los gastos de fondeo. Nosotros no miramos si sus buques son o monocascos y si incumplen otras exigencias de la UE. Esto es Gibraltar, la gran gasolinera flotante entre el Atlántico y el Mediterráneo". El efecto llamada ha sido incontestable. Si hace una década el volumen de fuel trasvasado en la bahía no llegaba al millón de toneladas, a finales de 2009 esa cifra se multiplicaba largamente por cinco. Según Greenpeace, dos terceras partes del crudo se transfieren en aguas de Gibraltar y el resto en aguas españolas por medio de barcazas que se abastecen la refinería de Cepsa, en el municipio de San Roque. Un cálculo de los trasvases da un total de 60.000 descargas anuales, 60.000 maniobras de acoplamiento y desacoplamiento de mangueras con el riesgo de vertido que conllevan. Decenas de embarcaciones gasolineras capaces de albergar hasta 300.000 toneladas de combustible fondean a diario al este del Peñón y entre el Nort Mole y la bocana de Gibraltar. Algunas son gabarras de menos de 2.000 toneladas, pero hay también cuatro grandes buques que cargan hasta 100.000 toneladas.
La concentración de superpetroleros y de otros grandes barcos a poca distancia del litoral -milla y media componen las aguas territoriales que la colonia británica se adjudica- taponan la vista sobre la bahía. Un vistazo a través de localizatodo.com permite comprobar que la bahía de Algeciras se ha convertido en refugio para la interminable bandada de naves que desfilan por el Estrecho.
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